La nueva filial de bajo costo, llamada Boost, operará 10 vuelos de larga distancia y 18 de corta a precios inferiores a los de su principal marca, para rentabilizar rutas, ampliar mercado y poder competir con los gigantes del Golfo Pérsico.
El acuerdo incluye también esfuerzos para incrementar la productividad por unos 40 millones de euros (u$s 46 millones) anuales a través de operaciones de Air France y una recuperación de parte de la actividad “perdida” respecto a su parte holandesa, KLM.
La decisión de la compañía llega en un momento en que otras aerolíneas tradicionales lanzaron sus propias versiones económicas de largo recorrido, incluso en Argentina, un mercado totalmente emergente en este tipo de “segundas marcas”. Entre otras IAG, matriz de British Airways e Iberia, lanzó Level este año.